En el 2013, el cineasta chileno Pedro Zurita, en una entrevista a La Nación, dijo que en Costa Rica se hacen películas pero todavía no se hace cine. Sin embargo, este año ha sido muy importante por la cantidad de estrenos nacionales en salas ¿Cómo contextualizar ese comentario con la actualidad del cine costarricense?
Yo tengo mucho respeto por Pedro. Sin embargo, hay algo truculento en la palabra. Suena interesante decir ese comentario, ¿pero qué es cine y qué son películas? O sea, tendríamos que haber ido un poco más allá en el enunciado para saber a qué se estaba refiriendo, no es necesariamente tan claro…
Creo que en Costa Rica se está produciendo una cinematografía, al igual que en la región, con unas características propias. Yo creo que esas cosas son procesales. Yo estoy seguro que en este momento se produce en la región un cine mucho más interesante, más elocuente y con más posibilidades de comunicarse con un público universal que lo que fue hace cuatro, veinte o cuarenta años. Estamos en un momento dentro de nuestro proceso que es un muy interesante, porque estamos viendo una serie de películas en la región y estoy seguro que he visto películas que están rompiendo paradigmas cinematográficos para nosotros mismos dentro de nuestro propio desarrollo cinematográfico.
Usted se refiere mucho a las películas como eslabones hacia una cinematografía y una identidad nacional propia ¿En qué eslabón se encuentra la producción cinematográfica nacional y cuáles deben ser los siguientes pasos?
Nosotros no podemos compararnos al mismo nivel de una cinematografía como la francesa. Lo interesante es que una película costarricense como Medea compite de taco a taco en San Sebastián con películas que forman parte de esa cinematografía. Entonces en ese sentido hay como una especie de homogenización en este momento en el que, si bien hay desarrollos industriales de cinematografías en que los procesos van mucho más avanzados que los que podemos tener acá, nosotros en el mercado internacional competimos en el mismo nivel de estas películas y a mí me parece que eso dice bien de un proceso cinematográfico como el nuestro. Efectivamente el cine ocupa un lugar fundamental en nuestros días, en cómo nos representamos ante el mundo. En esa madurez creo que estamos avanzando y que cada vez somos más conscientes de lo importante y fundamental que es para nuestro país y para nuestra región comunicarnos a través del cine.
¿Qué rol tiene la educación cinematográfica en un país que tiene una industria en formación?
Es fundamental, hace 20 años era imposible pensar en estudiar cine en Costa Rica; hoy eso no es cierto, es una posibilidad. Un costarricense se puede imaginar que, a partir de una situación de carácter económico y circunstancias de acceso, podría estudiar cine en la Universidad Veritas o producción audiovisual en la UCR, o tener acceso a través de los cursos del INA. Eso ha sido un punto fundamental para que nosotros veamos un desarrollo cada vez más depurado de la cinematografía. Hace 20 años en las muestras de cine festejábamos que una película tuviera un sonido bueno, o que la cámara estuviera enfocado, ese tipo de cosas. Ahora trascendimos, ahora damos por un hecho esas correcciones, ahora estamos concentrados en la producción de lo simbólico, de los mensajes, de un contenido más único, más personal, que marque un trazo como región. Ya no estamos en esos pasos inocentes para poder caminar, ahora lo que queremos es correr.
...y en sus clases ¿Qué trata de transmitirle a los estudiantes?
La motivación. Estar motivado. Yo creo que en una sociedad como la nuestra es muy importante sentirse motivado a que lo que vamos a explorar, decir, realizar vale la pena. Sentir que yo como ser humano me siento motivado a crear y que esa creación vale por sí misma, por la expresión de ese soplo, de esa motivación del alma humana.Esto es muy importante en una sociedad tan compleja como la nuestra, que está llena de falsos caminos, de mucha desmotivación y sensación de que no llegaste donde tenías que llegar. Yo creo que lo más hermoso es encontrar que esto me satisfizo a mí, que encontré aquí un reflejo, que pude observar para adentro, que encontré mis miedos y los pude expresar; porque de todas formas eso encuentra otro público y otros seres humanos que te lo agradecen y ahí se va formando una red, como un tejido.
Hablemos sobre el CRFIC, ¿qué evolución ha notado usted en el festival teniendo en cuenta sus antecesores y cómo podemos dimensionar su espacio dentro de la producción cinematográfica del país?
Creo que ese paso de lo regional y lo internacional y la posibilidad de ver estos productos y poder consumirlos, pero al mismo tiempo que los podemos analizar, estar dentro de procesos pedagógicos, de industria, etc, es muy importante. El festival está cada vez más depurado, me parece más de acuerdo al desarrollo que llevamos nosotros como cinematografía y es lo que nos merecemos como cinematografía que está emergiendo, que está creciendo y que cada vez da mejores productos. Que sea dentro de un diálogo regional me parece muy adecuado porque de esa manera no nos estamos aislando, viéndonos el ombligo, sino que también estamos compartiendo con la región y al mismo tiempo podemos verlo dentro de un panorama internacional que es más amplio, para ver qué lugar ocupa esto que estamos valorando, con películas que ocupan primeros lugares en festivales internacionales.
La Competencia Centroamericana de Largometrajes del CRFIC también nos da esa visión del cine regional de la que hemos hablado...
Para nosotros es una gran oportunidad de ver una ventana de proyectos de la región dentro del panorama y ver qué se produce de manera contemporánea para cada país. Esto es fascinante. Tener la posibilidad de ver qué es lo que se está produciendo a nivel simbólico en estos otros países me permite comprender también el pulso de nuestra región, y eso que vemos de una manera regional, al compararlo con la perspectiva internacional nos pone cada vez más en el discurso cinematográfico internacional; nos permite a los cineastas y al público contextualizar y comprender el lugar que ocupa nuestra región dentro de una cinematografía y qué lugar ocupa la cinematografía en su propio imaginario.
Si algo parece rescatar el cineasta costarricense Gustavo Falla son los procesos que marcan el rumbo de las cosas.
A un mes de que empiece a grabar su segundo largometraje, en un año donde Costa Rica ha roto su propio record en cantidad de producciones nacionales en salas y a seis ediciones del Costa Rica Festival Internacional de Cine (incluyendo sus antecesores); hablamos con Gustavo sobre eso: los procesos dentro de la realización cinematográfica y dentro del cine costarricense.