Por Luciana Gallegos

Estos productos comunicativos han sido escritos por profesionales costarricenses que han participado en el Laboratorio de crítica cinematográfica del CRFIC. Las opiniones aquí reflejadas son exclusivas de los críticos y no necesariamente representan la posición del festival.

En julio del 2011, en Noruega, un joven de extrema derecha provocó una explosión en Oslo. Entre edificios dañados y gente herida, ocho personas murieron. Un poco más tarde, ese mismo hombre se dirigió a un campamento juvenil del Partido Laborista Noruego, celebrado en la isla de Utøya. Ahí perpetró un tiroteo que duró 72 minutos, por el cual murieron casi 70 personas. Años después, en un inmenso espacio cubierto por superficies oscuras e iluminación artificial, doce actores jóvenes se encuentran con cuatro sobrevivientes del ataque en Utøya: Jenny Andersen, Mohammed Saleh, Rakel Mortensdatter Birkeli y Torje Hansen. En turnos separados, cada uno de ellos dirige a los actores para que recreen ciertos momentos que recuerdan de aquel día en la isla. Tal es el punto de partida de Reconstructing Utøya, del director Carl Javér y el guionista Fredrik Lange, quienes ya habían colaborado en otro documental, Freak Out! (2014), sobre una comuna —opuesta a la propiedad privada, a favor del vegetarianismo y el nudismo— creada en 1900 en Monte Verità, Suiza.

Antes de describirle a los actores las escenas que quieren ver representadas, cada sobreviviente utiliza cinta adhesiva blanca para trazar planos de planta aproximados sobre el piso negro, al estilo Dogville (Lars von Trier, 2003). Así, de forma minimalista, dan una idea general de los espacios que ocuparon durante el tiroteo: un rectángulo representa una tienda de campaña, una serie de curvas de cinta blanca alude a rocas en una pendiente. Tampoco se busca un efecto de realismo estricto cuando los cuatro jóvenes sobrevivientes eligen quién va a representarlos. A Mohammed, joven moreno con cabello negro, lo interpreta una actriz blanca, alta, de pelo lacio castaño. Torje, pálido y con pelo anaranjado casi fosforescente, elige como suplente de sí mismo a una mujer rubia, y le da el papel de su hermano mayor a un muchacho negro. Más allá de detalles como los escenarios o la apariencia de los actores, las escenas recreadas parecen ser efectivas en capturar fragmentos de los recuerdos o sensaciones compartidos por los sobrevivientes “Estas imágenes son muy fuertes —dice Mohammed conmovido—, es como si hubieran visto una foto de lo que sucedió”.

Un punto en el que sí vemos cierta aspiración de exactitud es el sonido. Cuando llega su turno, por ejemplo, Jenny recorre el espacio con cierta para encontrar la superficie que mejor permita simular el estruendo de cada disparo. La combinación ganadora es una escalera metálica golpeada con un alicate. Luego, en una rigurosa sesión de efectos Foley, comienza a darle instrucciones a una de las actrices: “los estallidos eran brutales, así que puedes golpear más duro”. La actriz obedece la orden, pero no llega al resultado esperado. “Golpea más duro, pero no necesariamente tan seguido”, le indica Jenny. De nuevo, la actriz hace el intento. “Así está bien”. Por medio de las solicitudes de los cuatro jóvenes, podemos notar algunos de los detalles o instantes que les resultan significativos. Jenny atorada en una cerca, cuando vio a una amiga pasar frente a ella, disculparse por no ayudarla y alejarse; Mohammed la última vez que compartió con un amigo fallecido en el tiroteo; Rakel, acostada con su novio, antes de que los despertaran para avisarles sobre la explosión en Oslo; y la experiencia de Torje, quien desde el lago vio a su hermano ser disparado repetidas veces.

En sus materiales de prensa, el equipo de Reconstructing Utøya menciona The Act of Killing (Joshua Oppenheimer, 2012) como un referente del cine contemporáneo. En ese documental de Oppenheimer, varios hombres discuten y dramatizan sus experiencias como asesinos durante las matanzas de Indonesia entre 1965 y 1966. Si bien ambos documentales emplean la recreación de sucesos brutales por parte de sus protagonistas auténticos, el tono de cada uno es muy distinto, tanto por la elección de “personajes” —los victimarios en uno, los perjudicados en otro— como por el estilo de las representaciones. Las recreaciones en The Act of Killing son perturbadoras. De manera sádica y elaborada, los protagonistas imitan convenciones del film noir, entre otros géneros, como un especie de homenaje al cine que más han disfrutado. Reconstructing Utøya —durante el cual el nombre del responsable del tiroteo no se menciona— tiene otro enfoque. El efecto de repasar tantas escenas violentas seguidas es suavizado por la ingeniosa simplicidad de las recreaciones, sumada a la calidez de los actores y los sobrevivientes (aunque la creación de algunos momentos de calidez, por la música o la ambientación, puede percibirse algo forzada). Una generalidad compartida es que los dos documentales —los cuales, como toda película, son parte ficción— se aproximan de formas sugestivas e inquietas a la violencia, la memoria y los modos variados en que el cine puede encontrarse con ellas.

País: Suecia-Noruega-Dinamarca

Año: 2018

Título original: Rekonstruksjon Utøya

Dirección: Carl Javér