María Secco nació en Montevideo, Uruguay, pero su obra en la industria cinematográfica abarca muchos otros lugares del continente americano, como México, Costa Rica y Guatemala. Es una directora de fotografía con cerca de 30 créditos a su nombre, lo cual la convierte en una de las fotógrafas para cine más prolíficas, no solo de América, sino del mundo. Ha sido ganadora del premio Ariel de plata a mejor fotografía por La jaula de oro, y ha estado nominada a ese mismo galardón en otras dos ocasiones.
Entre su filmografía destacan las películas Gasolina, Marimbas del infierno, Polvo y Te prometo anarquía, de Julio Hernández Cordón; Agua fría de mar, de Paz Fábrega; Vete más lejos Alicia, de Elisa Miller, La demora, de Rodrigo Plá; Tanta agua, de Leticia Jorge y Ana Guevara; La jaula de oro, de Diego Quemada-Díez; Minotauro, de Nicolás Pereda; Club Sándwich, de Fernando Eimbcke; La caja vacía, de Claudia Sainte-Luce; Restos de viento, de Jimena Montemayor; y La libertad del diablo, de Everardo González.
María Secco: el delicado encuentro entre lo tangible y lo abstracto
Pensar la fotografía en el cine es pensar sobre la puesta en escena: tiene su lado práctico, tangible, que se traduce en los emplazamientos de la cámara, la luz y los valores de plano; pero también tiene una dimensión más abstracta que pone en contacto el soporte —digital o análogo—con la empatía y humanidad de los personajes retratados. El trabajo de María Secco refleja lo valiosa que puede llegar a ser una obra cinematográfica cuando estos dos lados se encuentran con una visión lúcida como la de ella.
Su primer largometraje como fotógrafa para cine es Gasolina, también ópera prima del ahora reconocido cineasta Julio Hernández Cordón: un road movie (sin moverse demasiado) sobre adolescentes de clase media que se enfrentan a una realidad mucho más dura de lo que pensaban cuando salen de su zona de confort.
Luego trabaja en la ópera prima de la directora costarricense Paz Fábrega, Agua fría de mar, filmada en 35mm anamórfico: un drama psicológico de una mujer y una niña, en apariencia muy distintas, que están vinculadas por sentimientos que no pueden explicar. La dirección de Paz Fábrega y la invaluable fotografía de María Secco logran crear un universo que visibiliza los pequeños momentos donde esos sentimientos afloran.
Marimbas del infierno es su tercer largometraje —segundo con Julio Hernández—, donde demuestra sus ganas de experimentar con otras formas de contar y su versatilidad como fotógrafa, pues en el 2010 el boom de las cámaras DSLR estaba en su apogeo y, sin dudas, María Secco sabe aprovechar técnicamente los beneficios y limitantes del digital. Lo mismo sucede con Vete más lejos Alicia, dirigida por Elisa Miller; trabajo que además confirma que María Secco es una profesional a quien le gusta trabajar con gente cercana: María, Elisa y Julio fueron todos compañeros de estudios en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) de México.
El uso de la luz natural y el poder de un primer plano o de unos ojos expresivos que brillan, evidencian la dedicación y el amor que María Secco le imprime a su trabajo. Películas como Tanta agua (2013), La jaula de oro (2013), La caja vacía (2016), Restos de viento (2017) o La libertad del diablo (2017), también son ejemplos de una delicadeza y una visión únicas desde la propuesta de la dirección de fotografía, que nacen de querer aprender del otro.
Cristóbal Serrá Jorquera
Programador 7CRFIC