El documental La libertad del diablo (México,  2017) del director Everardo González se hizo acreedor del Premio especial del jurado del Costa Rica Festival Internacional de Cine 2017. El jurado integrado por Jurgen Ureña (Costa Rica), Tatiana Huezo (México) y Mario Mariani (Italia) justificó su decisión con el siguiente argumento: “Por su valentía, por tratar con gran inteligencia un tema delicado, por dar voz a quienes usualmente no la tienen y hacer del recurso de la máscara, una metáfora llena de lecturas y significados”.

 

El CRFIC conversó con el productor de la película, Roberto Garza, días antes de conocerse el fallo pues fue invitado a participar en la sexta edición del Festival.

 

Garza recordó que el director del documental inició el proyecto preocupado por el ‘ejecutómetro’, una práctica perversa de los medios de comunicación de informar sobre el  número de ejecuciones por día, que provocan en la población una insensibilidad hacia la muerte.  “Por eso nació la idea, para sensibilizarnos ante un país ya insensible a la muerte por ser tan cotidiana”.

¿Cómo nace el proyecto?

 

Hace como unos tres años ya teníamos la idea de hacer una película del aspecto psicológico de la secuela después de 10 años -en ese entonces era siete u ocho años-, de la extrema violencia del país, para ver dónde estaba la psique del país. Everardo siempre ha estado muy en contacto con la prensa, tiene muchas uniones con los periodistas y le surgió la idea un poco por el ‘ejecutómetro’ -que llamamos-, muy preocupado por la idea de que ya no impacta tanto una noticia  de un ejecutado, porque comenzaron a publicar el número de ejecutados al día, llamado el ‘ejecutómetro’. Es esta insensibilidad hacia la muerte fue por lo que nació la idea, para sensibilizarnos ante un país ya insensible a la muerte por ser tan cotidiana.

 

Es un contexto en el que estamos hablando 170,000 muertos, 30,000 desaparecidos, crimen organizado sistémico, ejecuciones, impunidad, ¿Cómo abordar un tema tan complejo?

 

La idea de máscaras, por ejemplo, fue antes que nada para proteger la identidad de los entrevistados, tanto de las víctimas y los victimarios por estar en situaciones de vulnerabilidad. La aproximación fue a través del término que en el cine se llama Fixer, que son periodistas que han estado en contacto sobre todo con los victimarios que son de más difícil acceso; a través de esos periodistas que ya conocen a ciertas personas, nos contactan con los personajes a entrevistar. Entonces lo que hacíamos era volarlos a la Ciudad de México, ahí los entrevistamos y los regresábamos inmediatamente, procurando no involucrarnos mucho con los personajes, que es al revés de cómo sucede en un documental en el que te involucras demasiado con el personaje. Aquí partimos de la idea contraria. Y para sorpresa nuestra nos dimos cuenta que los victimarios están ávidos de hablar, de contar su historia, que son los que menos lo hacen.

 

Hay un momento en el documental en que a un muchacho se le pregunta si alguna vez ha contado su historia.

 

Es impresionante. También partiendo un poco de la idea de que todos son, hasta cierto punto, víctimas, somos víctimas. No hay gran distinción entre policía y delincuencia. Todos somos parte del mismo problema social que yo se lo adjudico, sobretodo, a la impunidad y pobreza del país, Para muchos chicos su única opción es entrar en el crimen organizado o la policía o al ejército a falta de oportunidades para una vida más digna.  

 

¿Me imagino que las historias, la misma recopilación, fueron dando una dirección al guión?

 

Sí había una idea de la estructura, de cómo se quería contar. Everardo González el director lo tenía muy claro: entrevistas personales en primer plano, intercaladas con viñetas de la vida cotidiana del país. En cualquier parte del país, todos enmascarados para darle unidad estética, con la idea de que la vida sigue para todos, seas víctima y victimario. Y después como sucede en gran parte de los documentales, en el montaje y la edición se llega a la historia. Una vez que obtuvimos todos los testimonios, que son como diez, se fue construyendo en gran medida en la mesa de edición. Se dejaron muchos testimonio fuera, como unos veinte, y se decidió que fuera un documental corto debido para poderlo resistir más debido a la fuerza de los testimonios. Nuestro deseo es sacar un libro con los testimonios que quedaron fuera y que son valiosos.  

 

La narrativa se sustenta en los estragos emocionales y psicológicos de las personas de ambos “bandos”. Como vos decías de alguna manera todos somos víctimas y la máscara permite esa uniformidad o ese decir que todos somos seres humanos y nos esta pasando esto...

 

Así es. Y a través de las miradas es claro que se logra conectar con el personaje. También eso fue planeado desde el principio. Por eso todos ven la cámara, para estar hablándole al espectador.

 

Leí que el director estaba sentado detrás del espejo y hacía las preguntas desde ahí.

 

Sí, para poderlos ver, porque  en una entrevista, generalmente el entrevistado vuelve a ver al entrevistador que no es la cámara, entonces hay un ángulo de visión que no es directamente el espectador. Con la idea de que se dirigiera al espectador,  el entrevistado veía el reflejo del director muy cerca del lente entonces era el modo para conectar con el espectador y a la vez estar más en el anonimato. Muy contenido fue el rodaje para que pudiera explayarse el entrevistado.

 

Retomando lo de la mirada. La máscara crea un distanciamiento, pero el recurso -desde los griegos- se utiliza para hablar, en este casos, sobre la universalización del dolor...

 

Tiene sentido también que en la vida cotidiana, que sale en la película, los enmascarados podrían no estarlo, porque ahí no juega una cuestión de anonimato, es gente normal, pero todos están enmascarados. Le da una cuestión estética interesante y el énfasis en las miradas, para luego ver cómo se va humedeciendo la máscara por las lágrimas y te das cuenta que por más que estén fuera de foco, están en foco porque están muy presentes en la psique mexicana en estos momentos. Aunque no se menciona México para nada, podría ser Kosovo o el problema israelí. Cualquier lugar. No somos los únicos que tenemos esta violencia extrema. En ese sentido, hablamos sobre la maldad humana, por eso el título: La libertad de diablo.

 

¿Cómo se trabajó éticamente con las víctimas, porque al contar de nuevo la historia se pueden revictimizar?

 

No fue tan difícil que la gente quisiera hablar. Nos quedamos muy sorprendidos la necesidad de contar la historia sin intermediarios, sin periodistas, sin nadie, que no sean otros lo que hacen la crónica de la historia, sino ellos mismos contar su historia.

 

La fotografía de los paisajes, de la vida cotidiana, de la vida en las casa; contrasta con los testimonios en primer plano.

 

Sí, es de María Secco. También basados, inspirados en un fotógrafo llamado (Fernando) Brito, que toma fotos de ejecuciones, pero les da un toque distante, de niebla, intentado poetizar la foto sin hacerlo.

 

La música es otro personaje...

 

De hecho. Nos dio gusto en los premios Fénix ganamos el de mejor música. Sorprendente. Quien hace la música es Quincas Moreira, brasileño, y está muy metida en la película, en la banda sonora. También ganamos mejor fotografía y mejor documental. El diseño sonoro se me hace también espectacular que lo hizo Mathías Barbeli. El diseño sonoro, la música, la foto hicieron un buen complemento, amalgamaron bien la película para darle ese toque medio siniestro que es lo que quería conseguir Everardo.

 

¿No la presentaron presentaron en México?

 

Estuvo en el Festival de Guadalajara. Ahí también le fue bien porque ganó el premio Mezcal Después en el Foro de la Cineteca y en la gira Ambulante de documentales. Ahora la vamos a presentar en febrero en México en salas comerciales.

 

¿Y cómo funciona la distribución de una película como La libertad del diablo?

 

Pues con ésta ganamos un premio en Morelia de distribución con Cinépolis, y ellos están muy abiertos. Yo jamas he tenido problemas de censura con el gobierno, es sorprendente, uno pensaría que... pero no. En ese sentido sí creo que hay libertad expresión. Vamos a sacar unas 25 a 30 copias a lo largo del país, y tenemos un estímulo fiscal para distribuir la película, entonces yo espero que se vea a lo largo del país. El año próximo en México hay elecciones presidenciales, y va a ser un año álgido políticamente hablando, va a estar duro. Ahorita se está queriendo aprobar una ley que permite que los militares hagan funciones de policía. Hay muchas cosas que se están discutiendo en torno, entonces creo que la película va a ayudar a intentar hacer conciencia y reflexión de dónde estamos y a dónde queremos llegar.