Por Luciana Gallegos

Estos productos comunicativos han sido escritos por profesionales costarricenses que han participado en el Laboratorio de crítica cinematográfica del CRFIC. Las opiniones aquí reflejadas son exclusivas de los críticos y no necesariamente representan la posición del festival.

En There Will Come Soft Rains —cuento de Ray Bradbury publicado en 1950, cuyo título proviene de un poema homónimo escrito por Sara Teasdale—, el sistema automatizado de una casa inteligente continúa en marcha, indiferente frente a la muerte de la familia que solía ocuparla. Esa familia, como el resto de la población cercana, fue erradicada por una explosión nuclear. En un punto de Aquarela, el más reciente documental de Viktor Kossakovsky —director ruso con una filmografía que incluye Belovy (1992), Tishe! (2002) y ¡Vivan las antípodas! (2011), entre otros largometrajes—, un vehículo recorre las calles de Miami durante el Huracán Irma. Sin personas a la vista, con hojas de palmeras sobre el asfalto, los semáforos siguen funcionando. Sea por exterminio nuclear o por las consecuencias del cambio climático, un mundo sin humanos no resulta inconcebible.

Antes de desaparecer, podemos hacer el intento de conocer o presenciar la mayor cantidad de cosas posible. Para grabar el material que llegaría a componer ¡Vivan las antípodas!, Kossakovsky pasó dos años en busca de lugares llamativos. Grabó en cuatro pares de antípodas, es decir “cualquier par de puntos en la tierra diametralmente opuestos uno del otro, situados de manera tal que una línea recta trazada de un punto al otro pasa a través del centro de la Tierra”. Por la predominancia de agua en el planeta, para el director fue algo retador encontrar antípodas en tierra firme. En Aquarela, el carácter minoritario del suelo no fue problema. Kossakovsky quería producir imágenes del agua en distintos estados o condiciones: el lago Baikal en proceso de deshielo, la grandeza del Salto del Ángel en Venezuela, el océano visto desde arriba y desde su interior. Desde ángulos y con ritmos variados, se nos presenta la inmensidad y la potencia del agua.

Durante las ya citadas escenas de Miami en medio huracán, resulta vistoso que la cámara, instalada en un vehículo que avanza lentamente hacia adelante, no se tambalea. ¿Qué tipo de vehículo utilizaron? ¿Cómo montaron la cámara? Interesado en el impacto visual del cine más que en su capacidad de “contar historias”, Kossakovsky quiere producir en sus espectadores esa clase de dudas admirativas. “Cada día pensamos que debíamos crear algo que hiciera a las personas preguntarse cómo lo hicimos, sin llegar a saberlo —afirmó—.  Creo que, especialmente ahora que las cámaras son tan baratas y es posible hacer una película con un smartphone, los realizadores deben ofrecer lo extraordinario, hacer lo que no todos puedan hacer”. En efecto, tanto amplias como en detalle, grabadas en distintos puntos del mundo y acompañadas por sonidos ligeros o música de Eicca Toppinen (del grupo Apocalyptica), muchas de las tomas producidas por Kossakovsky son impresionantes. Desde los panoramas azulados o blancos de las primeras partes del documental, durante las cuales predomina el hielo, hasta los escenarios donde el verde se combina con el café del suelo y el agua terrosa.

Los primeros minutos de Aquarela son los más cargados de actividad humana. La cámara registra a un grupo de hombres encargados de sacar automóviles sumergidos en el lago Baikal, utilizado como vía de transporte cuando el agua está congelada. Observar a conductores temerarios que se atreven a manejar sobre el hielo, así como ver las consecuencias de su atrevimiento, es el momento más “narrativo” del documental y, por tanto, funciona como un fuerte enganche inicial. (Lo pienso en contraposición con Your Face, de Tsai Ming-liang, donde el director, al contrario, introduce su largometraje con dos de los fragmentos con menos movimiento humano.) Luego las personas pierden protagonismo explícito. Aunque dudo que sea posible no pensar en los humanos cuando vemos enormes masas de hielo caer al mar; no pensar en la pequeñez de nuestra especie, pequeñez a la que frecuentemente nos resistimos. Vendrán lluvias, suaves o tormentosas. Mientras tanto podemos leer artículos sobre cómo combatir la “ecoansiedad”.

 

Países: Reino Unido-Alemania-Dinamarca-EE.UU.

Año: 2018

Título original: Aquarela

Dirección: Victor Kossakovsky

Etiquetas: 
7CRFIC, Crítica