Por Yoshua Oviedo

Estos productos comunicativos han sido escritos por profesionales costarricenses que han participado en el Laboratorio de crítica cinematográfica del CRFIC. Las opiniones aquí reflejadas son exclusivas de los críticos y no necesariamente representan la posición del festival.

Vietnam, siglo XIX. La joven May, de 14 años, se convierte en la tercera esposa de un rico terrateniente. El filme es la ópera prima de la realizadora Ash Mayfair, quien se inspira en hechos de su familia: su abuela y bisabuela fueron dadas como esposas en matrimonios arreglados cuando eran niñas. Sin embargo, también es la historia de miles de mujeres que fueron obligadas a estas uniones, en un sistema polígamo que permitía a los hombres tener varias esposas.

 

A partir de ahí, la directora traza un paralelismo entre los gusanos de seda, su lucha por sobrevivir y su metamorfosis final, con el camino de May a través de su despertar sexual y las decisiones que tomará mientras se acostumbra a su nueva vida.

 

En entrevista a Women and Hollywood, la realizadora mencionaba que “deseaba que la audiencia sintiera, saboreara y oliera el mundo y la experiencia de vivir de la manera en que era”. Esto le lleva a plasmar decisiones estéticas sobre cómo quería que el filme se viera: hay una iluminación que permite observar todo con detalle, tanto de día como de noche; una corrección de color que muestra la belleza de los campos de cultivo y ríos vietnamitas; un diseño de vestuario y dirección de arte que no descuidan ningún elemento y una forma de encuadrar que transporta al espectador a un pasado lejano.

 

Si bien es cierto que esta cualidad estética del filme se siente por momentos excesiva, guarda relación con el cine vietnamita de los ‘90 y 2000, en especial con la obra de Tran Anh Hung, quien fungió como consultor artístico para Mayfair. Además, la esposa y actriz en varias películas de Hung, Tran Nu Yen Khe, interpreta a la primera esposa en The Third Wife.

 

Esta puesta en escena preciosista, característica del cine vietnamita, permite narrar desde lo visual, y así, establece un vínculo emocional con el espectador y evita un distanciamiento que podría provocar la barrera del idioma. La dirección actoral y el gran desempeño de las actrices facilitan el acercarse a una época pretérita, aunque la dominación patriarcal no sea algo del pasado. Aquí hay otra virtud de la directora: realizar un discurso de emancipación de la mujer, que alienta a un cambio en el ahora, a partir de una historia ubicada en una época anterior.

 

Mayfair evita mostrar rencillas entre las mujeres o la lucha de poder entre ellas. En este sentido se distancia de otro filme sobre concubinas: La linterna roja (Zhang Yimou, 1991), donde las cuatro protagonistas luchaban por los favores del señor de la casa. La diferencia entre la mirada masculina y femenina es clara entre ambos filmes.

 

El filme también muestra el lado más oscuro de este orden patriarcal: la presión por tener un varón primogénito; el suicidio de otra joven dada en matrimonio o los ritos de subyugación. No obstante, la realizadora contrapone estas historias con el despertar sexual de la protagonista, en especial en una hermosa escena en la que encadena planos: primero la muestra en la cama, masturbándose, y con el cambio de plano, la acción se sitúa en el río, donde el agua pasa alrededor de sus piernas y, con un delicado movimiento de cámara, se recorre su cuerpo.

 

Esta sensualidad desprovista de un erotismo malsano, atraviesa el metraje y permite ligar la acción del gusano de seda con la vida de May, quien va pasando por la transformación física de un embarazo, la exploración de su orientación sexual, hasta un corte de cabello en la escena final, una metáfora liberadora de cómo se ve ella y de las decisiones que tomará, una postura que la directora quiere dejar bien claro, por lo que filma a May mirando(nos) a la cámara.

 

País: Vietnam

Año: 2018

Título original: The Third Wife

Dirección: Ash Mayfair

Etiquetas: 
7CRFIC, Crítica